Este jueves nos dejó uno de nuestros socios más antiguos, pero también una de las leyendas de la pesca en Rota, tanto en la pesca profesional y deportiva. Dedicó su vida al mar, a veces embarcado y a veces en los despachos para conseguir lo que hoy tenemos, el mejor puerto deportivo que un pueblo pueda soñar.
Rota disponía de tan solo un puerto alargado, sin refuerzos que pudieran parar los temporales, los pescadores profesionales no podían dejar sus barcos amarrados, los tenían que subir por la “surtida” o los de mayor eslora refugiarse en la Base Naval. Valiente, que así lo conocían en Rota, se empeñó en mejorar la vida de sus pescadores y pasó a la acción mediante la política. Luchando de administración en administración para conseguir que dieran forma a su sueño.
Consiguió lo que se propuso y hoy disfrutamos de un puerto pesquero y deportivo que es la envidia de todos. No fue fácil, tenía que atender a sus quehaceres políticos y a los profesionales de la pesca, pero pudo con todo. Cuando por fin se jubiló, no dejó la pesca, se compró un barco deportivo para matar el gusanillo, decía. Es que Valiente llevaba la sal en las venas. En las conversaciones que mantuvimos, me decía, que el mar es infinito, pero sus recursos son limitados y había que respetar las normas para que pudieran seguir pescando las próximas generaciones. Me contaba de la pesca profesional con los pocos medios de los que disponía, esa precariedad para llevar el sustento a casa, el frío, el miedo.
Pero siempre volvía, fue fiel a sus ideas hasta este jueves que su Virgen del Carmen se lo llevó con él, pienso que las personas como Valiente, jamás nos dejan, ya que su legado perdura. Siento un profundo respeto hacia él y creo que seguirá pescando allá donde esté, porque esa pasión no se pierde, sigue en sus hijos y en sus nietos. Valiente, te olvidaste de darme las marcas de Sancti Petri, bueno no te importe, ya las compartiremos.
